sábado, 23 de noviembre de 2024

EDICIÓN DE ANTOLOGÍA

 SELECCIÓN DE HISTORIAS Y POESÍAS 

Las que siguen son obras elegidas de algunos participantes en el Taller de animación a la lectura y escritura creativa del Espacio El Aleph 2024: 

                            Fabián Castilla: 'Presente' y 'Dónde'

                                 Claudia Del Valle: 'Excentricidad' y 'Fatalidad VI'

                                      Ruben Parra: 'El Mario' y 'Un oso de mascota'

                                           Esteban Uset: 'Ausencias' y 'Nombre propio'

Muchas gracias a todos los participantes que enriquecieron con su sensibilidad e inteligemcia el Taller de los miércoles
 en el Espacio El Aleph, y felicitaciones a quienes figuran aquí  por su talento, alegría, compromiso y solidaridad. 

Presente

Bienvenidos a este instante

donde la mente no oscila entre el pasado y el futuro

porque todo ocurre ahora.

Un poeta apoya una birome,

un pintor tira su primer trazo,

un acorde expande su vibración,

una hoja cae oscilando despreocupadamente

en tu otoño.

Una estrella fugaz despierta un deseo,

un amanecer sorprende a dos amantes en una plaza,

una ola golpea y golpea una piedra sobre un risco,

una gota viaja en picada libre,

una paloma inicia su vuelo

para solo girar en círculos,

una abeja transporta el polen en sus patas,

alguien recita una plegaria.

Todos somos capaces de resolver el acertijo

aunque muchos no puedan entender, o entenderse,

porque solo aprendieron a cargar armas

y apretar el gatillo.

Pero acá estamos nosotros:

alguien sonríe y sale el sol,

alguien abraza y consuela un llanto,

otro escucha o mira atentamente al que tiene ante sí,

dos niños juegan sin miedo

despreocupados de billetes y banderas

y del nombre de los dioses 

o el color de la piel del otro.

Ellos resuelven la ecuación del Universo

cuando escuchan, miran, huelen, tocan,

saborean 

el instante.                                                                        


¿Dónde?

¿Dónde están los poetas

que calaban canciones

escupiendo fuego,

arrebatando mares,

increpando al sistema

que nos devora?

 

¿Dónde sale el sol

que nos despierte

de esta modorra,

el gran letargo

que nos ha cohibido

la memoria?

 

¿Dónde está la pasión

de aquellos ideales,

la esencia de los libros

que fueron prohibidos

o quemados

en hogueras?

 

¿Dónde fue mi voz

entre los gritos y susurros

del devenir y la nostalgia

que amenazaba

destruir

el mito de las cavernas?


Excentricidad

Vanos fueron los intentos

crepusculares y las promesas.

Vanos los momentos

enérgicos de inspiración.

Vano fue el arrojo

que me conduce al fin.

Vana la libertad fingida

y vana también

la esclavitud inexorable.

Seguiré mi destino.

Pasaré el día pensando

en el mañana

que no existe.


Fatalidad VI

Silenciosamente Damián abrió los ojos, y vio el polvo volar en un hilo de luz. No distinguió los muebles de las sombras sepias, de a ratos fugaces. Cada vez más se le hacía difícil comenzar el día. Atravesó angustiosamente los ritos de higiene, vestimenta, desayuno, sin lograr encubrir la decadencia, el estado comatoso en el que se vive y se soporta para seguir viviendo.

Se percató en un momento de que, tanta vida cumpliendo con lo que la sociedad ordena, lo que “hay que hacer”, había servido de poco en esta sociedad. Ya ni tener apellido es importante; el nombre, la familia, la tradición dejadas de lado sin solución de continuidad. Vivir el hoy, sin mañana.

Bajó por la escalera y, en el 2do piso se cruzó al dueño del edificio:

-             - Hola, Damián … ¿que hacés?  –pregunta sonriendo.

Ante su gentileza Damián sintió que no podía tirarle toda su fatalidad, y contestó:

-         - ¡Bien! ¿Y usted Vicente? ¿Cómo anda tanto tiempo? ¿Algún problema?

-         - ¡No, para nada! Al contrario, estoy viendo que el último arreglo quedó muy bien.

-         - Bueno, mejor así –contestó Damián, tratando ya de terminar la charla para poder volver a sus pensamientos más oscuros, con los que se siente más cómodo.

-          - ¿No me harías un favor, Damian? Tengo que ir al noveno por la escalera… ¿No me acompañarías? Serían solo unos 10, a más tardar 15 minutos.

Aunque muy dinámico y enérgico, Vicente es un hombre mayor, entero para sus casi 80 y Damián comprendió. Subieron juntos. Vicente controlaba que todo estuviera en su lugar, limpio y ordenado. Tapas de luz, zócalos, cuadros de los paliers, puertas de departamentos, los bronces. Cuando veía algo especial, lo miraba, lo tocaba y decía, por ejemplo: “este aplique lo hice traer de Alemania, vos sabes que los alemanes, como los vikingos en la antigüedad eran muy buenos herreros, sus fuegos eran ancestrales, no se apagaban nunca y recibían pedidos de toda Europa, antes de que se llamara Europa”.

Los 10 o 15 minutos prometidos se convirtieron en más de una hora. Empezaron a bajar, Damián primero, para hacerlo sentir protegido a Vicente.

Llegando al segundo, se encontraron con uno de los inquilinos que, furtivamente, ingresaba a su casa con una mujer que no era la oficial. Apuraron el paso, con un saludo, también furtivo.

Una vez en planta baja, Vicente le agradeció a Damián con la promesa de una botella de buen vino¸lo que los dos sabían que era en vano. Se saludaron con cariño, y Damián salió a la calle.

Allí había tres muchachos; uno le pidió fuego. No con poca sospecha, Damián miró alrededor y vio que, agazapados. había otros dos, como esperando el momento de atacar. Una alarma sonó en la distancia. Mientras se le ocurrían estos pensamientos sin sentido, sacó rápidamente el encendedor, le dio fuego y siguió caminando, mirando atrás para asegurarse de que no lo siguieran.

Olvidando enseguida el encuentro, se puso a buscar a qué amiga podría llamar.

-         - ¿Estará libre Belén? -pensó sin dudar. La llamaría.  ¡Bueno, bah! ¡La llamo y listo!
Hola Belén, dijo sonriendo. ¿Estás?

-         - ¡Hola Damián! ¡Que sorpresa a esta hora! ¡Mirá, justo, justo estoy cerca de tu casa! ¡Me vine a comprar por acá, porque la ropa me gusta más!

-        - ¡Buenísimo, Belu! ¿Por qué no nos encontramos en el Pub Irlandés en 10 minutos; te parece?

-         - ¡Genial! ¡Llego! -respondió Belén bien entusiasmada.

“Un tiro para el lado de la justicia”, pensó, con una sonrisa. Belén es muy simpática y buena amiga y compañera.  Para ir un poco más rápido se le ocurrió cortar camino. Conocía muy bien esa parte del barrio… había una escalera que salía por un parque y ahí, a media cuadra estaba el Pub. De lo que no se acordó es que tenía que pasar por la Iglesia de los Arcángeles, algo que odiaba. Pasó lo más rápido posible. Antes de buscar la puerta del pub, notó que el frente de la iglesia estaba muy bien cuidado. Todas las estatuas estaban impecables, las veredas bien barridas y brillosas por el paso de tanta gente. Hasta los oropeles de las columnas estaban bien arreglados, sin que les faltara un ornamento. 

Ya pensando en Belén, Damián le compró una rosa a la viejita que está siempre en la escalinata, justo cuando vio entrar a Belén al Pub.

Se sentaron en una mesa al fondo y de repente todo lo demás no importó. Damián se imaginaba con ella en la cama, contándole como el polvo puede volar en un hilo de luz y cómo las sombras sepias cubren los muebles descaradamente. Se vio disfrutando sus ritos de levantarse, ducharse, desayunar y salir. Y se dio cuenta que tanta vida vivida y todos esos mandatos de la sociedad habían dependido de los pétalos de una rosa.


EL MARIO

 

El aire de acá tiene olor a sal.

Y es tan mansa la piel de la leña.

Los árboles nos miran con la desdeñosa curiosidad

conque los gatos observan a los perros desde las cornisas.

Cada grano de la arena que nos sostiene

es tan necesario como estar vivo.

Pasamos sin ir. Quemamos tiempo. Olemos a sal.

Pisamos arena.

Dibujamos con los pies una eternidad efímera.

Hasta que un día, sin mucho aviso, llega la sudestada.

La arena se convierte en perdigones. Sudamos

bajo los techos que rugen.

Todo vuela más rápido que el viento.

Los árboles se desnudan, después se acuestan.

Abrazamos a los perros, que sienten

olor a muerte en el aire.

Y cuando todo pasa, pasa que vuelta a empezar.

Barremos. Clavamos. Afirmamos postes.

Devolvemos lo encontrado en los patios.

Que un cartel municipal, que baldes, que ropa.

Nos olemos entre nosotros y respiramos hondo.

¿Qué más? ¡Ah! sí. De los árboles caídos hacemos leña

y nos dan pena los bollitos emplumados que enterramos.

Sudestada de mierda, dice el Mario juntando chapas.

Pero no le hacemos caso.

El Mario... el Mario siempre se queja.


UN OSO DE MASCOTA

Yo quisiera tener un oso como mascota. Lo vi en un video, hace poco.

¡Y pájaros! Eso. Pájaros mansos. Que vengan a visitarme a mi patio. Y coman de mi mano. Y se hagan nido en mi hombro para una siesta.

Me gustaría ser camionero. Andar distancias manejando como un experto y comer parrilladas grasosas en compañía de mis colegas. Y brindar por los que ya no hacen esta ruta.

Y filósofo. Y dar charlas inolvidables ante un público embelesado.

Para vivir, una cabaña en el medio de la nada, entre montañas. Solo.

Una buhardilla en París y un castillo en los fiordos de Noruega.

¡Pará!. ¡Pará! Ser dealer en Brooklyn, o narco en Tijuana, y balearnos con las bandas rivales y perder a un amigo en la balacera. Y mochilero por Europa.

Y ser el que va a morir dejando atrás un reguero de mujeres satisfechas.

Monje tibetano, eso estaría bien. Y marino mercante.

Maestro en una villa miseria. Profesor emérito en Oxford.

¡Ladrón! Ladrón de bancos. Huir a los tiros y que la cana no nos alcance.

Y tener un oso como mascota. Y los pájaros. Siempre los pájaros.

Pero todo eso y más lo quiero … por momentos, de a ratos. ¿Se entiende? Quiero jugar con el oso algunas horas y que el oso me reconozca como si lo hubiese parido. Que no se percate del cambio. Y al fin del día, saludarlo amorosamente y no verlo más.

Porque dedicar mi vida y asumir el riesgo de amansar a un oso, no me tienta.

¿Marino mercante? ¿meses y meses afuera, con mis amores lejos? Vade retro.

¿Ermitaño en la montaña? Que eso se me hace bien por un rato.

Entonces imagino que puede haber alguien que pueda desear, por un rato, algo de lo que tengo. Una parte de lo que siento.

Se me ocurre entonces propiciar breves intercambios. Pequeños trueques para ser otro. Y tener un día de aprendizajes a golpe de experiencias ajenas.

Yo puedo ofrecerte una casita entre el bosque y el mar, por ejemplo.

Y un amor para siempre junto al dolor de perderlo. Y un amor nuevo. Que de eso se aprende.

Eso, por ejemplo. Eso, y una sudestada que te agita el techo.

Y la tranquilidad de dos hijos que viven lejos.

Y un perro medio sonzo que se deja hervir la cabeza junto a la salamandra. ¡Pero es más bueno!

Entonces… si querés olvidarte del oso por un día y abrirte el pecho para que el mar se te haga carne y te entienda, llamame y vemos.

O si son los pájaros… por los pájaros, ni lo pienso.


AUSENCIAS

Cuando la casa se ensancha el silencio retumba,

el frío se siente con toda crueldad,

la cama es más ancha, la mesa más grande,

el sol que desnuda, el tiempo no pasa.

Cuando el desayuno se hace más largo

y se evapora el vino tan rápidamente

como las respuestas, a preguntas ácidas

y a dudas amargas como las ciruelas.

Cuando no hay motivos ni destinatarios

para los reclamos, para discusiones;

la tele obedece a cualquier capricho

y pasan las horas sin ningún enojo.

Cuando para ir de bares no hay que dar razones

y tampoco urgencia para regresar.

Silencioso espera el reloj que mide

cuál es la distancia al fin de las penas.

Cuando no aparecen los versos deseados

y la radio emite canciones molestas,

la noche amenaza ,el insomnio acosa

y duelen los huesos tanto como el alma. 

Cuando no hay futuro porque el futuro es ahora

tal vez sea momento de dar la pelea,

y haciéndose cargo, tomando coraje,

poder amigarse con nuestras ausencias.

 

NOMBRE PROPIO

No hay nombre propio que explique

el abrazo pronto, la escucha atenta,

sabernos cerca.

No hay manera de encerrar con letras

los latidos fuertes, los suspiros hondos,

el deseo latente.

Somos la confluencia

de historias fallidas y dolores de alma.

Ávidos del néctar que nos fortalezca

para hacer camino por cauces inciertos

sin violentar riberas.

Hacia rumbos nuevos.

Juntos sorteamos indemnes la tormenta,

y varados a mitad de camino conservamos la calma.

Entonces ¿qué somos?

La amalgama perfecta de paz y ternura,

sueño y pasión,

poesías y dibujos,

libertad y belleza.

Sin un nombre propio…